Para mantenernos informados. Los datos de esta investigación son tomados de una encuesta realizada en el 2008.
Cali,
¿Cómo vamos en pobreza? efectos de zona, comuna y hogar en la percepción de la
pobreza.
Maribel
Castillo C. | Diana Marcela Escandón B. | Oscar Andrés González D.
Abstract
Objective studies of poverty are often based on family
income, quality of life indices and unmet needs in order to characterize
certain social groups as poor. On the other hand, there are subjective studies
that approach poverty as from the criteria of the individual about their
situation. This paper seeks to determine which could be the variables that
affect the self-perception of poverty, taking into account characteristics of
the individual, household and city It takes as data source the “Survey Citizen Perception”
made for the Cali ¿Cómo Vamos? program during 2008.
Resumen
Los estudios
de pobreza, desde el punto de vista de la metodología objetiva, suelen basarse
en los ingresos de las familias, índices de calidad de vida y necesidades
insatisfechas, para caracterizar a ciertos grupos sociales como pobres. Por
otro lado, existen los estudios subjetivos que abordan la pobreza a partir del
criterio del individuo sobre su situación. Este trabajo pretende determinar
cuáles pueden ser las variables que inciden sobre la autopercepción de pobreza,
teniendo en cuenta características del individuo, hogar y ciudad, tomando como
fuente de información los datos de la “Encuesta de Percepción Ciudadana”
realizada para el programa Cali ¿Cómo vamos? durante el año 2008.
Keywords: Measurement and Analysis of Poverty, General
Welfare, General Equilibrium and Welfare Economic Analysis of Regional
Economies
Palabras
clave: Medición y análisis de pobreza, Bienestar general, Equilibrio general y
Análisis de bienestar económico de las economías
regionales
Clasificación
JEL: I32, I31, R13
Primera
versión recibida el 19 de septiembre de 2011; versión final aceptada el 18 de
mayo de 2012
Coyuntura
Económica, Vol. XLII, No. 1, junio de 2012, pp. 117-138. Fedesarrollo, Bogotá -
Colombia
* Maribel Castillo es Profesora del
Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana Cali y
pertenece al Grupo de Investigación en Desarrollo Regional (GIDR) de la
Pontificia Universidad Javeriana Cali. Email: mabelcas@javerianacali. edu.co.
Oscar Andrés González es Consultor y pertenece al GIDR de la Pontificia
Universidad Javeriana Cali. Email: ogonza- lez@fortalecerse.org. Diana Marcela
Escandón es Profesora del Departamen2to de Gestión de Organizaciones de la
Pontificia Universidad Javeriana Cali. Email: dmescandon@javerianacali.edu.co.
Este artículo hace parte del proyecto de investigación sobre
"Determinantes de la duración del desempleo para profesionales en Cali
2001-2009", financiado por la Oficina de Inves- tigaciones de la
Pontificia Universidad Javeriana Cali.
117
COYUNTURA
ECONÓMICA: INVESTIGACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
Volumen XLII
| No. 1 | Junio de 2012 | pp. 117-138
I.
Introducción
La pobreza
es un fenómeno complejo, multidi- mensional, en el que influyen factores de
diversa índole; por lo tanto, no existe una única forma de interpretación, ni
una única manera de medirla. La pobreza puede ser interpretada como: i) tener
la incapacidad de adquirir artículos de primera necesidad como comida, ropa,
alojamiento y aten- ción sanitaria, ii) quedarse atrás (por una distancia
determinada) respecto a los ingresos y estilos de vida que goza el resto de la
sociedad o, iii) sentir que no se tiene lo suficiente para sobrevivir. Las dos
primeras categorías definen la pobreza ob- jetivamente, mientras que la tercera
la define de una manera subjetiva (Hagenaars & De Vos, 1988).
En Colombia
ya se ha comenzado a tratar la pobreza desde el enfoque subjetivo, a través de
las Encuestas de Calidad de Vida (ECV) que abordan el tema con preguntas de
percepción, teniendo en cuenta las características sociodemográficas de cada
individuo y hogar, al igual que las Encuestas de Percepción Ciudadana que se
han ido tomando año a año por parte de los programas Cómo vamos (de las
ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Carta- gena), que indagan por temas tales
como: opinión general sobre la situación de la ciudad, situación económica de
la familia, acceso y calidad de los servicios públicos, acceso y calidad de los
servicios de educación y salud, entorno del barrio, seguri- dad, gestión
gubernamental, acciones prioritarias para la ciudad, entre otros.
En este
trabajo se toma como pobre a todo in- dividuo que haya dado respuesta
afirmativa a la pregunta "¿Usted se considera pobre?", y con base en
esto se hace un análisis de las características del individuo, del hogar y de
la ciudad, que permite llegar a un determinante de por qué se puede sentir
pobre una persona. Se realiza un Modelo Multini- vel en cuatro niveles, en el
que se toman la zona, la comuna y el hogar como los niveles macro y se
determina la percepción del individuo sobre su condición respecto a la pobreza.
La ventaja de este tipo de modelos es que captan de manera jerárquica el efecto
de cada nivel macro en la percepción que las personas tienen sobre la pobreza.
El documento
está organizado de la siguiente manera: la introducción, seguida de las
metodolo- gías para medir la pobreza, luego viene un estado del arte donde se
muestran diferentes estudios, se- guido por unas estadísticas descriptivas y
después un Modelo Multinivel que utiliza la información de la Encuesta de
Percepción Ciudadana Cali ¿Cómo vamos? del 2008, se describen los resultados y,
para finalizar, se exponen las conclusiones y las referencias bibliográficas.
II. Las
metodologías para medir la po- breza
En general,
los estudios sobre pobreza se enfocan en la cuantificación de los individuos
que no alcan- zan un umbral mínimo de subsistencia (líneas de pobreza, NBI) y
en la medición de qué tan pobres
son y cuál
es el grado de desigualdad que existe
entre ellos.
De esta forma, los estudios definen equivalentes de incidencia, brecha y
profundidad de la pobreza.
La medición
objetiva de la pobreza se realiza considerando variables monetarias y no mone-
tarias. si la medición se realiza con las primeras, entonces se tienen dos
enfoques: el Absoluto y el Relativo. En esta clase de medición están la Línea
de Indigencia -LI- y la Línea de Pobreza -LP-, las cuales se basan en la
definición de un nivel de in- greso que sea justamente el necesario para
garanti- zar un estándar de vida mínimo; por lo tanto, desde esta perspectiva,
la variable monetaria o de ingreso es la que considera aproximadamente el
bienestar de los individuos (Feres & Mancero, 2001).
Por otra
parte, a través del enfoque del bien- estar subjetivo se argumenta que cada
persona es la mejor autoridad para juzgar su bienestar; los trabajos abordados
por este tema (Hagenaars & Van Praag, 1985; Hagenaars, 1986), proponen una
metodología para obtener una línea de pobreza a partir de la declaración de
bienestar que hacen las personas, las cuales regularmente son las que dicen qué
nivel de ingresos es el adecuado para subsistir. Ésta es la evaluación que hace
la persona de su propio bienestar, la cual gana subjetividad en cuanto a que es
el individuo el que lo experimenta, y de esta manera, dicha experiencia depende
de sus propias emociones y percepciones. A partir de esto, la labor del experto
dejaría de ser la de juzgar
la condición
de bienestar de estas personas para
entenderlo mediante
la elaboración de
teorías, así como del planteamiento y la elaboración de hipótesis (Rojas
2007 y 2008).
Para la
escuela de Leiden (desarrollada en la Universidad de Leiden en 1980) se plantea
que la situación económica o material de la persona de- pende no sólo de su
ingreso, sino de cómo evalúa también dicho ingreso (La Pregunta de Evaluación
del Ingreso introducida por Van Praag en 1968). De esta pregunta se obtiene la
línea de Pobreza de Leiden (LPL), que consiste en preguntarle al individuo
(Kapteyn, Kooreman & Willemse, 1988), después de pagar impuestos y dadas
sus circunstancias
¿cómo
consideraría su nivel de ingreso? (Muy Malo, Malo, Insuficiente, Suficiente,
Bueno, Muy Bueno). Aquí entran en más detalle las teorías de evalua- ción del
ingreso en la escuela de Leiden, donde se argumenta que la evaluación que una
persona hace de su propia condición económica depende no solamente de su
ingreso absoluto sino también de la brecha entre su ingreso actual y aquel otro
que considera suficiente para satisfacer todas sus necesidades (Jiménez &
Rojas, 2008).
Este enfoque
subjetivo de la medición de po- breza se ha analizado especialmente en los
Países Bajos, llegando en algunos casos a utilizarse como un buen complemento
entre las mediciones ob- jetivas y las subjetivas. Se suman a esto algunos
experimentos empíricos como los realizados en Jamaica y Nepal por Pradhan y
Ravallion (1998),
y otros más
recientes, llevados a cabo en Argentina (Giarrizzo, 2007), Perú (Monge, 2001),
Venezuela (Alaña, Salomón & Salinas, 2003) y México (Rojas& Jiménez,
2008).
De la misma
escuela nace la Teoría de las Dis- crepancias Múltiples -TDM- (Michalos, 1985),
la cual plantea que la satisfacción del individuo se da en función de tres
aspectos, pues al evaluar su condición, la persona compara su estado actual con
el que otros tienen a su alrededor (brecha com- parativa), con lo que tenía en
un pasado cercano (brecha histórica) y con lo que esperaba tener para esta
etapa de su vida (brecha aspiracional); en tér- minos de ingreso, el individuo
evalúa su condición de pobreza comparando su ingreso actual con el ingreso de
su grupo de referencia, con su ingreso en el pasado y con el ingreso que
aspiraba a tener para esta etapa de su vida. Un método similar (Kapteyn, 1994)
pregunta a los encuestados acerca del ingreso que consideran como mínimo
"para llegar a fin de mes" (to make ends meet) y acerca del Ingreso
Mínimo (PIM en adelante). Tal ingreso es normalizado y medido cuantitativamente
para que la línea de pobreza subjetiva pueda ser usada como indicador de
bienestar.
Específicamente,
estudios empíricos (Van Praag (1980), Groedhart, Halberstadt, Kapteyn & Van
han encontrado que es una función creciente del ingreso del hogar (y). De esta
forma, la respuesta de las familias que no tienen lo suficiente para vivir
corresponderá a y==> y, mientras que las familias que cuentan con un ingreso
suficiente estarán en el grupo y== < y. tam- bién habrá hogares que apenas
logran satisfacer sus necesidades básicas, y lo que ellos consideran un ingreso
mínimo será aproximadamente igual a su ingreso corriente. Así, la "línea
de pobreza subjetiva" (y*min) se define a partir de la respuesta de este
último grupo; es decir, es la solución a la ecuación (y*==)= y==(y*==·x).
Van
Praag (1980), Groedhart et ál., (1977), Colas- tanto et ál., (1984), Danziger
et ál., (1985), Kapteyn et ál., (1985, 1988), Stanovnik (1992) y Kapteyn (1994)
muestran la forma de aplicar este método: calculan líneas de pobreza subjetivas
según el tamaño del hogar (fs), pero el método puede ser extendido para
diferenciar líneas de pobreza según otras variables. Con los valores para ymin
obtenidos en la "pregunta de ingreso mínimo" se estima la siguiente
ecuación:
Con los
resultados de esta ecuación se obtiene la línea de pobreza subjetiva, igualando
y a ymin (ignorando el término de error):
Para que las
líneas de pobreza obtenidas bajo este método sean consistentes es necesario que
el
nivel de
bienestar que las personas asocian con el término "ingreso mínimo"
sea el mismo. Es decir, expresando la línea de pobreza como z = e(p, i, uz),
todos los encuestados deben referirse a la misma utilidad Uz. La pregunta de
ingreso mínimo no pue- de garantizar que ese supuesto se cumpla, y para
comprobarlo se estima una "función de bienestar individual del
ingreso".
La
"función de bienestar individual del ingre- so", U(y), es una función
cardinal de utilidad, que describe cómo el individuo evalúa distintos niveles
de ingreso con una escala entre 0 y 1. La forma de la función U(.) se aproxima
a la de una función de distribución lognormal, y por lo tanto, puede ser
estimada a partir de su media y varianza. Si la estimación empírica de esta
función muestra que U(ymin) se mantiene aproximadamente constante -a pesar de
que ymin varíe con los ingresos-
entonces se puede confiar en que ymin
es interpretado de la misma forma por los individuos. Van Praag,
Goedhart & Kapteyn (1980) concluyen que, al menos para los países europeos
analizados, no se puede rechazar la hipótesis nula de que U(ymin) se mantiene
constante.
El método
subjetivo puede ser utilizado en conjunto con la información sobre el gasto
obser- vado de las personas. Un ejemplo al respecto es la propuesta de Pradhan
& Ravallion (1997), en la que se pregunta a los individuos si ellos
perciben que su nivel actual de consumo es adecuado, y no sobre el nivel de
ingreso que consideran mí-
nimo. Las
respuestas obtenidas se comparan con
el ingreso o
gasto efectivo de esas personas, y la línea de pobreza se calcula a partir de
un modelo probabilístico. Este método se plantea como una alternativa útil
cuando el grupo de individuos en- cuestados no tiene una percepción muy clara
acerca de su ingreso o consumo en términos monetarios, lo cual es más probable
en las zonas rurales de los países en desarrollo.
A
continuación se presenta la revisión de litera- tura, enfocada básicamente en
el tema de pobreza subjetiva.
III.
Revisión de la literatura
En esta
sección se presentan los estudios realizados, según las diferentes metodologías
usadas, tanto a nivel mundial como también los recientes casos estudiados en
Colombia.
Rojas &
Jiménez (2008) estudian para México la correspondencia que existe entre
nociones de pobreza basadas en la imputación y la presunción del bienestar, y
el concepto de pobreza que toma como referencia la evaluación que hace la
persona de su situación (pobreza subjetiva). Encontraron que es menos probable
que una persona se consi- dere pobre si compara de manera más favorable su
ingreso con respecto a su grupo de referencia, y a lo que aspiraba en "esa
etapa de su vida", indepen- dientemente de su ingreso absoluto; lo que
indica que no sólo el ingreso absoluto es importante,
121
sino también
los factores sociales de comparación y aspiración.
No obstante,
Monge (2001) obtuvo para Perú resultados de la Línea de Pobreza Subjetiva (LPS)
cercanos al de la línea de pobreza objetiva (LPO); pero el autor reconoce que
se presentaron proble- mas metodológicos por la exclusiva consideración de
"hogares pobres extremos" y por la baja cober- tura geográfica de la
muestra de hogares, y en consecuencia esta condición llevó a que el resultado
de la LPS coincidiera con la LPO, pues el ingreso mínimo de los sujetos
encuestados era lo mínimo que se requería para sobrevivir.
Milanovic
& Jovanovic (1999) determinaron el impacto sobre los hogares de los cambios
abrup- tos, a nivel económico y social, que se dieron en Rusia entre los años
1993 y 1996. En relación con la pregunta de lo que la población considera como
el ingreso mínimo aceptable, los investigadores concluyeron que ésta tiene
grandes implicaciones políticas; es decir, que si la mayoría de la población se
siente pobre, será reacia a apoyar las reformas políticas. Los investigadores
también concluyen que las necesidades subjetivas varían según las regiones.
Pradhan
& Ravallion (1998) utilizaron la pre- gunta que hace referencia a si el
nivel actual de consumo es adecuado o no (respecto a alimentos, vivienda,
vestuario, transporte, salud y educación) para determinar la LPS en Nepal y
Jamaica, y compararon las respuestas obtenidas con el ingreso o gasto efectivo
de esas personas. Encontraron que un alto porcentaje de las familias
entrevistadas considera que sus gastos son insuficientes: entre el 20% y el 48%
para Jamaica, y para Nepal entre el 42% y el 59%, siendo el gasto en educación
el menos insuficiente para ambos países, el gasto en vivienda el más
insuficiente para Nepal, y el gasto en transporte el más insuficiente para
Jamaica.
Para
Colombia, Aguado & Osorio (2006) esti- man la línea de pobreza subjetiva a
través de las respuestas de los hogares colombianos y vallecau- canos a la
pregunta de suficiencia de ingresos de la Encuesta de Calidad de Vida 2003.
Calcularon que un hogar en Colombia se considera pobre si sus ingresos llegan
hasta $1.142.097, mientras que en el Valle del Cauca esta cifra es de $872.545.
Sugieren que la brecha entre estas dos medidas se debe a otros factores que
intervienen en la percep- ción de pobreza, asociados con las características
económicas regionales y diferentes dotaciones de capital humano y social.
IV. Análisis
descriptivo de las variables
El objetivo
del documento es verificar si existe relación entre la percepción de pobreza y
un gru- po de variables individuales (sexo, edad, estrato socioeconómico,
localización geográfica), caracte- rísticas propias del hogar (situación
alimentaria, servicios de salud, vivienda, servicios públicos) y variables de
clima de opinión general de los caleños
(calidad de
vida, situación económica y seguridad).
A
continuación se presentarán las respuestas que, a partir de estas variables, se
dieron a la pregunta:
¿Se
considera pobre?
Para el año
2008, el 28% de los caleños se con- sideran pobres y el 72% no se consideran
pobres. La principal razón que los lleva a responder de
esta forma
es la falta de dinero (38%), porque les
faltan
muchas cosas para vivir mejor (34%) y ma- nifestaron que el salario no les
alcanza para sus necesidades (29%).
Para
el caso de las variables de características del individuo (Cuadro 1), por edad
se considera pobre el 22% de quienes se encuentran entre los 18
y 25 años,
el 23% de quienes se encuentran entre los 26 y 35 años, el 31% de quienes se
encuentran entre los 36 y 45 años, el 30% de quienes se encuentran entre los 45
y 55 años y, finalmente, se considera pobre el 33% de quienes tienen una edad
superior a los 55 años. Al parecer, los de menor edad manifies- tan en menor
medida sentirse pobres; esto puede estar relacionado con que aún no hacen parte
del mercado laboral y dependen económicamente de sus familias.
Para la
variable de estrato socioeconómico se observó que se consideraban pobres el 43%
de las personas que vivían en un barrio de estrato
1, el 39% de
las personas que habitan en barrios de estrato 2, el 26% de las personas que
vivían en barrios de estrato 3, el 12% de las personas que vivían en barrios de
estrato 4, el 14% de las per- sonas que vivían en barrios de estrato 5 y el 6%
de las personas que vivían en barrios de estrato 6. Se encuentra en esta
variable que existen pobres subjetivos, pues se encuentran pobres y no pobres
entre todos los estratos; no necesariamente vivir en el estrato 1 puede caracterizar
a alguien como pobre ni vivir en el estrato 6 puede indicar que se considere no
pobre. Esto puede ser un indicativo de la hipótesis de brechas comparativas en
las cuales las personas se pueden percibir como pobres cuando se comparan con
las personas de su mismo estándar de vida.
Para la
variable de género se observó que se consideraban pobres el 29% de los hombres
y el 27% de las mujeres. Por el lado de la ocupación, se observó que se
consideraban pobres un 25% de las personas que trabajaban por fuera de casa, el
14% de las personas que estudiaban, el 1% de las personas que trabajan y
estudian, el 39% de las per- sonas que trabajan en casa, el 40% de aquellos que
se encuentran desempleados, el 27% de aquellos que se dedican al hogar y el 26%
de aquellos que se encuentran jubilados o pensionados. Es interesante el caso
de las personas que se dedican al hogar, pues su sentimiento de pobreza se
acerca más al de las personas que trabajan fuera que los que trabajan en el
mismo hogar. Se considera menos pobre aquel individuo que se encuentra ocupado,
mientras se nota que la percepción de pobreza es mayor para los que realizan
algún tipo de actividad desde la casa o están, en su defecto, desempleados.
Para las
variables de características del hogar (Cuadro 2), con respecto a la variable
de salud en la que se indaga si los individuos tienen una afiliación a
servicios de salud, se considera pobre el 26% de las personas que no están
afiliadas a ningún servicio de salud. Para la variable de haber dejado de consumir
una de las comidas por falta de dinero, se observó que se perciben como pobres
el 26% de las personas que han consumido todas sus comidas y el 59% de aquellas
que dejaron de consumir alguna.
Por el lado
de la tenencia de vivienda, se obser- vó que se consideran pobres el 25% de las
personas que tienen una vivienda propia, el 31% de aquellos
que viven en
una vivienda arrendada y el 34% dequienes habitan en una vivienda familiar.
Esta va- riable es importante en la medida en que hace parte de las medidas de
pobreza desde la metodología objetiva, es parte de los índices de condiciones
de vida, en este caso la percepción parece estar más enfocada a los ingresos,
ya que la percepción de ser pobre disminuye cuando se tiene suplida la vivienda
y los ingresos pueden ser usados para cubrir otros gastos del hogar.
Para la
variable de retraso de pagos en el hogar, se autodenominaron como pobres el 41%
de las personas que tuvieron que retrasar alguno de sus pagos, como también el
21% de quienes no tuvieron que asumir ese retraso. Los retrasos en los pagos
son variables que determinan también una distri- bución del ingreso por parte
de la persona que se percibe como pobre o no; en la modelación dicha variable
no fue significativa.
Para las
variables de niños en el hogar se observó que se consideran pobres el 26% de
las personas que no tienen niños en el rango de 5 a 17 años, también se observó
que la percepción de pobreza aumenta a medida que aumenta el número de niños
entre el rango antes mencionado, se perciben como pobres el 29% de los que
tienen un niño en el rango, 26% de quienes tienen dos niños, 40% de quienes
tienen tres y el 63% de quienes tienen cuatro niños o más.
Para el caso
de tener niños menores a 5 años, se observó que se consideran como pobres el
27% de las personas que no tienen niños menores de 5 años, el 34% de las
personas que tienen un niño menor de 5 años y el 29% de quienes tienen 2 niños
menores de 5 años (no se encontró en la muestra personas con más de 2 niños
menores de 5 años).
Con respecto
a las personas con las que se dejan los menores de 5 años, se consideran pobres
el 25% de las personas que les toca dejar sus hijos en una guardería o jardín
oficial, el 25% de las personas que les toca dejar sus hijos en una guardería o
jardín privado, el 30% de las personas que les toca dejar a su hijo con un
adulto en casa y el 30% de las personas que les toca dejar a sus hijos en otra
casa con un adulto.
Ahora, con
respecto a las características de ciudad
(Cuadro 3) se observó que se consideran pobres el 25% de quienes piensan que la
ciudad va por buen camino y el 31% de quienes opinan que la ciudad no va por
buen camino. De la variable de mejora percibida en la situación del hogar se ve
un aumento en la percepción de pobreza al desmejorar su situación, pues se
perciben como pobres el 10% de los hogares en que la situación mejoró mucho,
21% en que
la situación del hogar mejoró algo, 30% de los hogares en que la situación
sigue igual, 39% de aquellos hogares donde la situación empeoró y el 46% de los
hogares en los cuales la situación empeoró mucho.
En el
aspecto de seguridad del barrio, se consideran pobres el 26% de los que creen
que su
barrio es
seguro y el 36% de los que creen que
el barrio es
inseguro. Algo similar ocurre con la variable de seguridad de la ciudad de
Cali, donde se perciben como pobres el 26% de los habitantes que consideran que
la ciudad es segura y el 34% de los habitantes que creen que no es segura. Las condiciones
de seguridad marcan de forma importante la percepción que tienen las personas
sobre la pobreza, ya que relacionan la inseguridad con la falta de condiciones
sociales en la zona donde habitan y, por tanto, aumenta su percepción frente a
la pobreza.
V.
Metodología
Se utilizará
la metodología recomendada por Pradham & Ravallion (1998) para los países
en vía de desarrollo, en la cual plantean que se puede llegar a una línea de
pobreza subjetiva sin necesidad de utilizar la PIM mientras se tengan variables
de tipo cualitativo para calibrar el modelo. Además, por la novedad del tema y
el problema de que para los países en vía de desarrollo es posible que las
personas no tengan muy claro el concepto de ingreso mínimo, en Colombia tampoco
se encontraba mucha información o encuesta con este tipo de preguntas.
Ravallion (1998)
explica que tomando como base de estudio preguntas sobre el nivel de ingreso
mínimo, se halla la Línea de Pobreza Subjetiva, como se ilustra en el Gráfico
1, en el que las perso- nas con ingresos por encima del punto de equilibrio
entre ambas líneas (donde y* min = z*), tienden a sentir que sus ingresos son
adecuados. Mientras que quienes tienen ingresos por debajo del punto z*
perciben que sus ingresos son menores del nivel mínimo que necesitan para
vivir. De esta forma, z* es el límite entre considerarse pobre o no, y es
llamado "el nivel de pobreza subjetiva".
El
procedimiento supone que cada individuo tiene sus propias normas de consumo
razona- blemente bien definidas en el momento de ser encuestado. Aquí, la LPS
es el nivel de gasto total por encima del cual los participantes dicen (en
promedio)
que sus gastos son adecuados a sus necesidades. El análisis propuesto por
Pradhan & Ravallion (1997) es el siguiente:
Simbolizando
el vector de consumo de un indi- viduo dado como y, y como z el vector comparable
de normas de consumo de ese mismo individuo, la necesidad básica subjetiva para
el bien k y el hogar i está dada por:
donde j (k =
1,..., m) son funciones continuas y x es un vector de indicadores de bienestar
en un vector de consumo dado (como el tamaño y la composición demográfica del hogar).
Se supo- ne que cada j tiene un
límite inferior positivo cuando los consumos reales se acercan a cero, y que la
función está limitada por encima cuando
los consumos
se acercan al infinito. Igualmente, se supone que los términos de error,
eki tienen media cero y están
distribuidos normalmente de manera independiente e idéntica con la desviación
sk. Las funciones de distribución acumulativa de los términos de error normal
estándar (eki/sk ) se simbolizan Fk (k = 1,..., m).
Siguiendo la
literatura sobre la pregunta de ingreso mínimo, los autores definen la Línea de
Pobreza Subjetiva como el nivel del gasto en el cual los mínimos subjetivos
para todos los k se alcanzan de acuerdo con lo esperado, para un x dado. un
hogar es pobre, si y sólo si, sus gastos totales son inferiores a la LPS
apropiada para un hogar con sus características. Así, la LPS satisface:
donde
z*k (x) está implícitamente definido por la relación de punto fijo:
Habrá una
solución de esta ecuación en la medida en que las funciones jk sean continuas para todo k.
Esto
proporciona una ampliación multidimen- sional al caso unidimensional basado en
la PIM. La LPS es el nivel de gasto total por encima del cual los participantes
dicen (en promedio) que sus gastos son adecuados a sus necesidades. Sin
embargo, como no suponen que la PIM sea contestable, no se puede entonces
observar zki directamente. Entonces, de
acuerdo con Pradhan & Ravallion, a partir de una pregunta de un estudio
puramente cualitativo, se puede saber si el gasto real en el bien k por el
i-ésimo hogar de la muestra (yki) está por debajo de zki. La probabilidad de
que el i-ésimo hogar responda que el consumo real del k-ésimo bien es adecuado
estará dada entonces por:
Mientras las
parametrizaciones específicas de la función jk sean lineales en los parámetros
(aunque posiblemente no lineales en las variables), se pue- de considerar al
modelo como un logit estándar. A su vez, si se supone una especificación lineal
logarítmica para las líneas de pobreza subjetiva individual y se define y'≡
(lny, lnym), la ecuación
(1) se convierte en:
Si se
observan los valores de zki, se podría ob- tener una única solución para la
Línea de Pobreza Subjetiva
calculando directamente la ecuación
(5) y (si suponemos que la matriz del coeficiente pertinente es no singular).
Los
parámetros no se identifican sólo con datos cualitativos sobre la adecuación
del consumo en relación con las normas (latentes). Con la especifi- cación en
(5), la ecuación (4) se convierte en:
Así, Pradhan
& Ravallion resuelven la Línea de Pobreza Subjetiva sin la PIM, algo que
sólo es po- sible en la medida en que se cuente con datos cua- litativos para
determinar Prob(yki > zki) para todo i y k. En vez de preguntar a los
participantes cuál es exactamente el consumo mínimo que necesitan, sugieren
preguntarles simplemente si consideran o no que su consumo actual es adecuado.
"Estos resultados parecen dar acceso a futuras aplicacio- nes potenciales
de este enfoque en el marco de los países en desarrollo", señalan los
autores.
este tipo de
experimentos, relacionados con la pregunta del ingreso mínimo, se han llevado a
cabo principalmente en países desarrollados. Algunos autores señalan que
existen una serie de obstácu- los para repetirlos en países pobres o en vías de
desarrollo, donde el concepto de ingreso no está del todo definido y por lo
tanto no está claro que se puedan obtener respuestas sensatas sobre el nivel de
ingresos mínimos; en parte por ello, y en parte porque en los países con
ingresos más bajos las prioridades están puestas en analizar la evolución de la
pobreza absoluta. Se observa que sólo en muy pocos países se agregan módulos
subjetivos en los cuestionarios oficiales de pobreza.
Esto puede
ser una explicación de por qué las mediciones y estudios empíricos sobre
Pobreza Sub- jetiva son escasos. Poco se sabe sobre cómo percibe la población
mundial los montos mínimos que son
estándar de
vida "digno". Esa ausencia de preguntas
relacionadas
con la dimensión subjetiva del bienes- tar impide tener una visión integral de,
por ejemplo, los determinantes socioeconómicos de la pobreza y sus vínculos con
las otras dimensiones objetivas de la pobreza (como son la pobreza objetiva
monetaria o las necesidades básicas insatisfechas).
En este
trabajo se realiza un análisis de la po- breza subjetiva como complemento al
estudio de la pobreza objetiva; es una alternativa, mas no es un mecanismo
suficiente por si solo para realizar este tipo de medición. Un estudio de
pobreza gana en profundidad si, además de detectar los hogares o las personas
menos favorecidos desde el punto de vista de los ingresos que perciben o los
gastos que efectúen, ofrece información sobre cómo perciben los propios hogares
o personas su situación.
Como fuente
de datos se utiliza la Encuesta de Percepción Ciudadana realizada en la ciudad
de Cali para el año 2008, que es elaborada anualmen- te por el programa Cali,
¿Cómo vamos? Entre sus contenidos se encuentran apartados de pobreza, del
individuo, aspectos del hogar, percepción de la gestión institucional y de la
ciudad. Se usará la muestra de 1.200 datos que se puede considerar como
representativa para la población y se plan- teará un ejercicio econométrico,
con el fin de dar una explicación a la autopercepción de pobreza en función de
unas variables determinantes como son: características individuales,
características del hogar y percepción de aspectos de la ciudad.
A. Modelo
Multinivel
Para el caso
del método, en investigación educa- tiva se usan los Modelos Multinivel, con el
fin de adoptar una estructura jerárquica de los datos al marco de los modelos
lineales generalizados; un ejemplo se da en la Figura 1, en donde se puede
observar un nivel dentro de otro para explicar el comportamiento de alguna
variable. La investi- gación multinivel tuvo sus inicios en los campos de la
educación; por ejemplo, el modelo de Aitkin
&
Longford (1986) mostraba que cuando se hacía un análisis agrupando niños en
clase, con meto- dologías establecidas, y determinados profesores, las
diferencias significativas desaparecían y los niños formalmente enseñados no
demostraban ser diferentes de los otros.
Por
tanto, podemos hablar de distintas jerarquías de la información disponible: el
nivel 1 y, por otra, el nivel 2, el contexto o grupo al que pertenece el indi-
viduo, donde lo importante a resaltar es que indivi- duos pertenecientes a
contextos similares deberían tener comportamientos y características parecidas.
A partir del uso de la Encuesta Cali, ¿Cómo vamos? 2008, se pretende encontrar
los factores asociados a que una persona se perciba como pobre, teniendo en
cuenta un análisis en cuatro niveles (individuo, hogar, comunidad, zona). Se
realiza la estimación del siguiente Modelo Logit para cuatro niveles:
Una
peculiaridad de los Modelos Multinivel es que minimizan el error de pronóstico
eij siendo la varianza de error partida
en varios componentes (Bryk & Raudenbush, 1992; Searle, Casella & Mc-
Culloch, 1992).
La
interpretación de las variables es la siguiente (todas para el individuo i, en
el hogar j, en la co- muna k, y en la zona l) Figura 2:
B.
Coeficiente de correlación intragrupos
La
correlación intragrupos r es un estimador de la proporción de varianza
explicada en la población. La siguiente ecuación establece que la correlación
intragrupos es igual a la proporción estimada de la varianza del nivel grupo
comparada con la va- rianza total estimada.
E El coeficiente
de correlación intragrupos mide la proporción de la varianza total que es
explicada por las diferencias entre grupos.
Según
Rabash et ál., (2005), en una distribución logística los residuos del nivel 1
poseen una dis- tribución
Según las estimaciones
presentadas en el Cuadro 4, el efecto Zona sería:
de l 0,98% de la varianza en la probabilidad de
considerarse pobre depende de la Comuna en que vive el individuo.
El 2,41% de
la varianza en la probabilidad de con- siderarse pobre depende de la Zona en
que vive el individuo.
Asimismo, el
efecto Comuna sería:
El 3,84% de
la varianza en la probabilidad de considerarse pobre depende del hogar en que
vive el individuo.
C.
Interpretación del modelo multinivel
En modelo
presentado en el Cuadro 4 se identifican las cuotas (conocidas en la literatura
como Odds Ratios, se definen como el cociente entre la proba- bilidad de que
ocurra un suceso y la probabilidad de que no ocurra) que permiten determinar
qué tan pobres se consideran las personas encuestadas según las variables
explicativas. Por ejemplo, en el caso de la edad, entre más años tenga el
individuo, se considera un 1,15 más pobre; en el caso del sexo, las mujeres se
consideran más pobres en 1,24. En el tema de la seguridad, en la medida en que
conside- ran que la situación ha mejorado frente a que haya empeorado mucho, se
disminuye la percepción de la pobreza: en el caso de que perciba que ha me-
jorado mucho frente a que ha empeorado mucho la probabilidad de considerarse
pobre aumenta
en 2,14,
mientras que si piensa que ha empeorado algo frente a que ha empeorado mucho es
de 4,76 lo que aumenta dicha probabilidad.
El caso de
no tener hijos hace que disminuya la probabilidad de sentirse pobre en 0,32,
mientras que si no consume al menos una de las tres comi- das dicha
probabilidad aumenta en un 2,78. Tener Sisbén disminuye la probabilidad de
considerarse pobre en 0,38. No participar en actividades cultu- rales o
deportivas, por su parte, aumenta en 1 la probabilidad de considerarse pobre.
Por otra
parte, tener vivienda arrendada frente a tener vivienda propia aumenta la
probabilidad de sentirse pobre en 1,50 y en 1,54 en el caso de vivir en
vivienda familiar frente a la propia. Final- mente, estar desempleado aumenta
la probabilidad de sentirse pobre en 1,01; aunque dicha variable no es
significativa, se dejó dentro del modelo por la importancia del empleo en la
percepción de la pobreza de los individuos pertenecientes a los ho- gares
caleños. El análisis se realiza para 22 comunas de la ciudad de Cali, en cinco
Zonas analizadas en la Encuesta: Nororiente, Noroccidente, Sur, Oriente y
Distrito de Aguablanca.
V.
Conclusiones
Al revisar
la literatura sobre el tema de pobreza se encuentra en común la asociación de
los métodos objetivos y subjetivos, y cómo este último va ganando espacio en
los estudios de pobreza en América Latina; se considera que el fenómeno de
pobreza tiene múltiples dimensiones y un sólo método de medición no es
suficiente para que las políticas de erradicación sean efectivas, por lo que se
plantea que el enfoque subjetivo sea utilizado como un complemento a las
mediciones objetivas.
Cuando se
trata el tema de pobreza a través de la percepción de los individuos se pueden
encon- trar problemas como la sobredimensión de los indi- viduos acerca de su
situación, la información puede no ser exacta y se pueden exagerar las
necesidades. En consecuencia, las mediciones subjetivas pueden llegar a ser
imprecisas. No obstante, se consideran un buen complemento de las mediciones
objetivas, pues sirven para implementar políticas en el campo de la
erradicación de la pobreza.
A través del
cruce de las variables se pudo identificar de manera inicial un perfil de los
indi- viduos que tienen una alta percepción de pobreza; entre éstos se
encontraron aquellos mayores de 35 años (aumentando a medida que aumentaban los
rangos de edad), los que pertenecen a los estratos 1 y 2 (comienza a disminuir
a partir del estrato 3), más en los hombres que en las mujeres, y en gran
medida en quienes se encuentran desempleados o trabajan desde la casa
(diferenciándolo del trabajo o dedicación al hogar).
En el
análisis estadístico se concluyó que la pobreza, en términos subjetivos, se
puede encontrar en todos los estratos de la ciudad y, a pesar de que únicamente
es de un 14% en el estrato 5 y 6% en el estrato 6, es posible considerar que
los individuos se comparan no sólo con la situación de personas de otros
estratos sino con personas de su mismo estrato, y de acuerdo con esto, se
definen o no a sí mismas como pobres, razón por la cual se encuentran este tipo
de resultados. El estrato socioeconómico no pudo ser considerado dentro del
modelo porque generaba problemas estadísticos en el mismo.
Al revisar
los resultados del modelo se obser- varon algunos datos particulares, como es
el caso de quienes se dedican al hogar; estas personas tienden a no
considerarse pobres con relación a estar desempleadas. Este resultado destaca
la im- portancia de la economía del hogar, en la medida en que puede
considerarse esta actividad productiva como la de estar empleado, a diferencia
de estudiar o trabajar en el hogar, que son actividades donde hay una tendencia
a considerarse pobre.
El consumo
de bienes públicos también es un determinante de la percepción de pobreza de
los individuos; para este estudio se tomó la seguridad, pues mientras los
individuos se sientan más segu- ros en su barrio y en la ciudad, tiende a
disminuir el cambio en la percepción de pobreza; igualmente ocurre con la
satisfacción de la oferta cultural de la ciudad, ya que mientras ésta satisfaga
a más individuos, se disminuye cada vez más el cambio en la probabilidad de
considerarse pobre. Según esta conclusión, las políticas dirigidas a reducir la
pobreza se deberían enfocar hacia el lado de infraestructura de la ciudad,
seguridad y oferta cultural. No se trata sólo de recibir bienes del Es- tado,
sino de recibir bienes de calidad, que brinden cierta satisfacción a los
individuos.
Los
resultados de este estudio captan aspectos que no suelen captar las medidas
objetivas, como la satisfacción con algunos aspectos de la ciudad, que
confirman la metodología como válida, pero de tipo complementaria; o sea que,
al igual que los demás métodos de medición, no es suficiente por sí sola; se
hace necesaria acompañada del método subjetivo para poder captar todos los
fenómenos multidimensionales que abarcan todos los deter- minantes de la
pobreza. además, se plantea la utilización de Modelos Multinivel que son muy
usados en educación, pero que permiten captar ese componente multidimensional
que tiene la po- breza y su análisis para cuatro niveles (individuo, hogar,
comuna y zona). De los cuatro componentes del modelo, es el hogar el que tiene
un mayor peso en la variabilidad sobre la percepción de la pobreza de los
encuestados.
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